María José Ladra, Javier Vázquez Grela
Tu nombre,
pues lo tienes. Toda mi vida ha sido eso:
un nombre. Porque lo sé no existo.
Un nombre respirado no es un beso.
Un nombre perseguido sobre un labio
no es el mundo, pero sueño a ciegas.
Así bajo la tierra, respiré la tierra.
Sobre tu cuerpo respiré luz.
Dentro de tí nací: por eso he muerto.